EL MUNDO I

19.09.2012 16:58

    Abrí los ojos de forma automática y ya no me rodeaba la oscuridad reconfortante del lecho materno, ahora una luz cegadora me impedía ver la realidad de mi nueva situación y miles de manos manoseaban mi cuerpo desnudo. Noté el frío inquietante del mundo exterior y sentí miedo, tanto que el llanto pronto inundó mi garganta, murmullo inteligibles llenaban el ambiente y embotaban mi cabeza que no entendía qué estaba pasando, me trataban como a un trozo de carne, me etiquetaron, me pesaron y me trasladaban de un lugar a otro, y sólo sentía en mi interior la incertidumbre de qué iba a ser de mi persona. Y pasaban los días, más yo lo único que hacía era alimentarme y dejarme envolver por la somnolencia, mientras de vez en cuando volvía a notar las manos de desconocidos tocándome por todas partes y balbuceando palabras desconocidas para mí, y la luz, cómo me molestaba la luz, ¿por qué estaba todo tan iluminado?. Pronto aprendí que si lloraba venía todo el mundo en tropel a atenderme, así que decidí que no lloraría por más escocido que estuviera mi culo, por más que el hambre apretara mis entrañas, de esta boca no saldría un sólo sonido que pudiese llamar la atención de aquellos seres extraños, que no hacían más que molestarme con sus caricias, carantoñas y sonrisas estúpidas, yo sólo ansiaba la tranquilidad que te da un cuarto oscuro y el más absoluto de los silencios. El mundo es un lugar siniestro y extraño.

    Y así pasaron los meses y con los meses, los años y con los años llegaron las palabras, bueno, las pocas palabras que podían salir de éste ser oscuro y tranquilo. Cinco años y ya estaba más que harta de éste mundo, todo el mundo empeñado en que balbuceara algún sonido que tuviera sentido para ellos, "qué rara es esa niña", todos pensaban que no entendía lo que decían, más entendía absolutamente todas y cada una de sus insulsas palabras, estúpidas opiniones de seres estúpidos, que no me importaban más que el estúpido gato que había en casa. Esos dos seres tan agobiantes que se hacían llamar "padres", me llevaron a todo tipo de lugares, llenos de seres con batas blancas, amplias sonrisas y vocabulario pueril y hablar lento, como si yo fuera estúpida, y tras miles de pruebas absurdas simplemente determinaron, que yo era una persona absolutamente "normal", y que ya hablaría con el tiempo.

    Para mí hablar con éstos subseres, era como intentar que ese estúpido gato entendiera mis palabras, pero con tanta insistencia al final simplemente, comencé a escupir un par de palabras y alguna frase suelta, para que se fueran a la cama tranquilos y a mí me dejasen en paz. Y el mundo cada día me parecía un lugar más siniestro y extraño, tan lleno de colores, luz y sonrisas..........